Miguel Huerta Marín
La igualdad ante la ley es un principio intransable y el
sostén de cualquier democracia que se precie de tal. “L´Egalite” es pilar
fundamental de las repúblicas sólidas como, por ejemplo, la francesa. Así lo
invocaría cualquier chileno que se pudiere encontrar en el banquillo de los
acusados y a merced de la ceguera de la justicia.
“Nadie está libre”. Ni siquiera
aquellos que, desde la vereda de la derecha más conservadora, apuntan con el
dedo al Presidente de Chile por el hecho de haber plasmado este principio en
una acción concreta como es el cierre del Penal Cordillera. Más aún, cuando un
criminal rematado como Manuel Contreras se permite burlarse en pantalla de la
inteligencia y la dignidad de los chilenos.
Parece de toda lógica desear que nunca más en Chile alguien
tenga la potestad de secuestrar, torturar y asesinar a cualquier compatriota violando
los principios más elementales de la convivencia civilizada. Más aún cuando, y
me pongo como ejemplo de ello, he fustigado durante décadas las atrocidades del
comunismo marxista desde Lenin hasta Fidel, pasando por esa pesadilla que
atentó contra la dignidad humana llamado José Stalin. Mucho de esa maldad
institucionalizada pudo ocurrir en Chile, y al revés de lo que ocurrió, si es
que los llamados histéricos a la violencia y al asesinato proferidos por el
entonces líder del Partido Socialista Chileno, Carlos Altamirano, hubiesen
triunfado.
¡Claramente, pudo haber
sido al revés!
En esa hipótesis, muchos de los que nos opusimos con fuerza a
la Unidad Popular habríamos clamado sin límites por el cumplimiento de los
Derechos Humanos. Digamos, eso sí, a favor de Altamirano, que ya en 1967 el
Partido Socialista de Chile, en su cónclave de Chillán, había validado oficialmente
la violencia armada como método legítimo para hacerse del poder. Nada nuevo en
todo caso, considerando que Lenin proclamó a los cuatro vientos que no existía
revolución sin derramamiento de sangre de parte de quienes se le opusieran.
Ahora bien, no es menos cierto que el tema del traslado de
los reos de Cordillera a Punta Peuco pudo hacerse en silencio, con menos
parafernalia y bajo la premisa de los “hechos consumados”. Pero…ya está hecho
y, a mi parecer, bien hecho. Más aún, tomándose en cuenta que los presos
trasladados en ningún caso son representativos de los valores y de la gloriosa
historia de nuestras FFAA.
Llama, eso sí, la atención el festín que se ha dado en estos
días la izquierda chilena. ¡Ahora van eufóricos por el cierre de Punta Peuco¡
Con los ojos inyectados por la sangre
del odio y la venganza, piden más sangre, emulando a los más coléricos
revolucionarios franceses. Lo que no meditan, es que esos mismos termocéfalos galos
presos del odio, posteriormente cayeron bajo la misma guillotina que decapitó a
la nobleza.
Mi querida esposa, con licencia para opinar sin pasiones, ya
que fue contraria a la dictadura y después votó por Aylwin, Frei y Lagos,
sucesivamente –por Bachelet no, ya que
dudó, con razón, de su capacidad intelectual- me manifestó su molestia ante
la actitud odiosa de la izquierda en este capítulo. Ella, sabia y compasivamente
me manifestó: SIC “Todo esto raya en lo morboso y no se disimula una satisfacción
orgiástica desenfrenada que nada tiene que ver con los valores cristianos que,
se supone, guían los pasos de la mayoría de los chilenos”.
Sano, me parece, escuchar a la sabia intuición y sensibilidad
de una mujer, más aún cuando se trata de la propia.
Para finalizar, este cronista se permite aconsejar al señor
Presidente de la República y, en aras de
la CONSECUENCIA, le solicita respetuosamente la más pronta expulsión de ese
ícono de la violación de los DDHH en el mundo moderno que responde al nombre de
Margot Hönecker, ministra de la otrora
Alemania Comunista y refugiada en Chile de sus juicios pendientes, y que hace poco
–desde Chile- declaró públicamente
que quienes cayeron ante las balas del Muro de Berlín, intentando lograr su
libertad, eran unos SIC “Estúpidos”. (ver artículo anterior)
3 comments:
Pero ocurre que el concepto de "igualdad ante la ley" que está consagrado en al art. 19 de nuestra Constitución, no tiene nada que ver con el trato legal diferenciado que el 99% de los países occidentales otorgan a sus militares y FF.AA.
Se aplica así en todos los países de Europa occidental. Todos. También en los Estados Unidos de N.A., Canadá y TODA América Latina, con la sola excepción de Argentina. Y Argentina no es ejemplo para nadie, me parece. Asimismo, en los países africanos mas occidentalizados. No así en el mundo del Islam, salvo excepciones.
Lo anterior implica la existencia, en cada uno de los aludidos países occidentales u occidentalizados, de códigos de justicia especiales para sus militares, prisiones segregadas y especializadas, así como tribunales ad hoc. Incluso se ha creado policía y gendarmería cuyo ámbito se circunscribe solo a los uniformados.
Y ninguno de ellos estima estar infringiendo, al aplicar tales criterios legales para sus militares y FFAA, el concepto de igualdad ante la Ley.
En Chile, sólo la Nueva Mayoría (no la Concertación, autora de los actuales penales segregados) y el penoso personaje sonriente que hoy se sienta en La Moneda, han dado en esgrimir dolosamente esta confusión entre igualdad ante la Ley (mismos derechos y deberes para todos) con la diferenciación legislativa penal entre civiles y militares que siglos de vida organizada han impuesto en aquellas naciones que solemos mirar como ejemplo.
Raúl Olmedo D.
Punta Peuco también es una prisión segregada, por lo tanto sí se otorga un trato diferenciado a los militares.
Así es, Carmen.
Entonces, ¿ En que queda la argumentación de suprimir Cordillera para cuidar lo de "igualdad ante la Ley" ?
R. Olmedo
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